"A esto respondo yo que las objeciones que haces pueden volverse también contra ti, en su mayor parte, y que no proceden de ti sino de mí. Ni siquiera tu desconfianza por los demás es tan grande como mi desconfianza por mí mismo, en la que me has educado. Y no te niego hasta un cierto derecho a esa objeción, que además contribuye por sí sola a la caracterización de nuestras relaciones. Claro está que las cosas no pueden ajustarse en la realidad tan bien la una con la otra como los argumentos en mi carta, porque la vida es algo más que un rompecabezas; pero, gracias a las enmiendas que surgen de esta confesión, y que no puedo ni quiero extender hasta el detalle, se ha logrado, a mi parecer, algo tan próximo a la verdad, que podrá tranquilizarnos un poco a los dos y hacernos más fáciles la vida y la muerte."
Franz Kafka. "Carta al Padre" (noviembre de 1919)
"Tu alma puebla los desiertos,
y del Sud en la campaña
al lado de una cabaña
se eleva fúnebre cruz;
esa cruz, bajo de un tala
solitario, abandonado,
es un simbolo venerado
en los campos del Tuyú."
y del Sud en la campaña
al lado de una cabaña
se eleva fúnebre cruz;
esa cruz, bajo de un tala
solitario, abandonado,
es un simbolo venerado
en los campos del Tuyú."
Una patraña sobre una vuelta: Cuenta la historia que venía el linyera llenándose los pies de tierra por algún camino de campo, en la búsqueda de algún árbol para guarecerse del sol que calcinaba la llanura al mediodía. A lo lejos, divisa con su ojo adiestrado en el llano un oasis de hojas y sombra. “Un sauce”, piensa, y apura el paso como si fuera la última vez que vaya a disfrutar de una sombra “comodio’manda”. Al estar a unos pocos metros del reparo salvador (que resultó ser un Tala) nota que ya hay alguien allí apostado. Y cosa extraña: está tocando una zamba conocida y con mucha maestría. Lo extraño no era la zamba (porque era conocida) si no que estuviera tocando la guitarra y tan bien, sea quien sea, a esas horas del mediodía con un calor que rajaba la tierra. “Ave maría purísima”, ensaya gritar, pero le sale un graznido digno de un carancho. “Sin pecado concebida”, se escucha desde la sombra del tala. Por más que quiera y cogotee, el linyera no le alcanza a ver la cara del que está bajo el árbol. Ya más cerca, lo ve y casi sale corriendo, casi. No es que era tan feo, pero sí bastante feo. “Más que feo, raro, como si no le pudiera adivinar bien la cara”, piensa nuestro linyera, muy concienzudamente. “Puta, me insolé seguro”, cranea a continuación. “Buenas y santas”, ensaya con un poco más de entusiasmo. “Buenas, aparcero”, dice el “sin cara”, “pase y acomódese donde guste”, remata. Acto seguido, el linyera hace lo propio, se desparrama en el suelo y agradece a su compañero de árbol la buena atención. La cosa no pasaría a mayores si no fuera porque el linyera en su afán de abrir el diálogo pregunta el nombre del “sin cara”. “Juan sin ropa”, le contesta el “sin cara”. “No se aflija, compañero, usted no se acuerda de mí, pero nosotros ya nos conocemos”. Atónito es lo mínimo que se puede decir de la expresión de nuestro linyera, era la cara misma de la incredulidad. “Usted se equivoca, me temo, aparcero, yo no lo ví en mi triste existencia a su persona”, dice el linyera. “Pero claro, que no se acuerda, Santos, yo mismo le di la ventaja de la desmemoria”. “¿Santos?”, pregunta, interroga, ensaya nuevamente con un hilo de voz, el linyera. “Sí, usted era Santos Vega, el payador invencible, a quién derroté en duelo singular de payada hace ya unas cuantas leguas de camino y muchos años más”. El linyera, quien efectivamente no recordaba ni siquiera su nombre, solo el ir y venir por el campo, esquivando poblados grandes, solo acercándose a los más chicos para hacer una changa y conseguir algo de comida, tuvo un solo sentimiento, para ser exactos una sola sensación en ese día de calor extremo en el campo bonaerense, sintió como se le erizaban los pelos de la nunca en un escalofrío que le llegó a helar la sangre, y ahí algo se acordó: “es como si hubiera visto al mismísimo diablo”.
Mirá la que te traigo, che!!!... Y al cuarto día despertó entre los incrédulos… Ejem, sean UDs. Bienvenidos a este eclecticismo sin par, a este vaivén de estilos, a este devenir contante de proezas dignas del equilibrista del circo más rasca, al humilde sitio que peca de melómano y sin embargo nunca expía sus culpas, sean UDs., Bienvenidos y sin más dilaciones al blog loco que hemos dado en llamar (J.P. Sastre y quien escribe)… Sacudiendo la colina… Telúrica.
Venimos de puro rock sureño (del norte) ahora pasamos a mirarnos el ombligo nacional… la cosa es así, como a mí me gusta el rock (jazz, blues, metal, etc), a mi viejo le gustaba el folklore; cualquier folklore no, el folklore sureño, el de los cantores sureños, esos que cantan solitos y solos con la guitarra y dan más pena que un pajarito muerto. Son esos tipos que abundan a montones al sur de la provincia de Buenos Aires y son marca registrada por esos lares. Para quien no lo conoce José Larralde es como un tío severo (el tipo te va decir que su carácter es “podrido”) que sabe tocar y cantar como pocos (oriundo de Huangelén, partido de Coronel Suárez, Pcia. de Buenos Aires), de esos que si no hacés silencio cuando toca, se pudre todo, te reta (además de hacerte pasar un momento incómodo) y es capaz de irse. Este gaucho cabrón (es con cariño, che) tiene más discos que los muchas bandas de rock, una historia digna de contar (que incluye a Jorge Cafrune, entre otros) un voz (tan poderosa, pero tan poderosa) que te paraliza en su potencia y unas letras que reflexionan desde cuestiones metafísicas hasta cuestiones referidas al mate o al cigarrillo, todas de muy buenas a geniales. Ahora, por qué se me da por postear un disco de folklore, bueh, como les decía, por mi viejo. Él fue quien me dijo alguna vez, “escuchá esto y vás a ver lo que es un cantor y no esas latas que escuchás vos” (casi literal, sin exagerar y seguramente a más de uno le pasó). Y lo hice, es más, este disco se lo regalé y por esas cosas de la vida, volvió a quien escribe. Y acá está, para que le entren con ganas y gusto. Si quieren conocer al cantor acá les dejo una de las pocas entrevistas que ha concedido el aludido (porque Larralde no da entrevistas, casi que no hace falta aclararlo; créditos al entrevistador, muy interesante por cierto), pueden estar de acuerdo, o no, pero no podrán negar que tiene voz propia (y unas cuantas “verdades” dirán los exégetas). En fin, el disco es una muestra acabada de lo que es capaz Larralde; hasta la tapa tiene algo muy paisaje bonaerense (una flor de cardo, carajo), arranca con un poema “Elogio de la soledad”, tema recurrente del gaucho bonaerense, pero no por eso menos genial (temazo se podría decir), arranca diciendo: “en la barra de un bar”!!!... (Y dice también: “todos estamos solos, juntos o aparte de los demás”). Continúa con una milonga (Milonga de gurí) que si no le encuentran “onda” o un sentido puramente campero (muy campero, muy), están escuchando otro disco; pasa por recitados, valcecitos y otros poemas y llega convencerte de ida y vuelta.
“Que triste que es cantarle al viento cuando hay que cantarle al hombre, menos mal que el viento sabe demasiado pa’ que se asombre…” (Sobre la cruz del olvido). Esas cosas te podés cruzar mientras transitas el disco. Seguramente les parecerá difícil si no estás acostumbrado al estilo, puede que digan “esto no es para mí” y puede que tengan razón (aunque si lo pensáis un poco nomás, Larralde tiene más rock que muchas bandas que así se autobautizan, hasta metal diría, pero me gritarán exagerado y hereje, y tendrán razón). Pero, y acá es cuando me caliento, no me vengan con el “poeta” ese de Guatemala luego de escuchar “Si tu lloras de pena”, no me vengan eh!!!. Y pa’ cerrar, nada mejor que un tema bien arpegiado, “Noche y camino”, para los nocturnos-nostálgicos-enamorados-y-caminantes. Sin más, me retiro por donde vine, les dejo esta cosita que me vino por pura enseñanza paterna (y siempre agradeceré), les dejo nada más y nada menos, que ninguna respuesta, solo un porqué sin final.
Tracks:
01. Elogio de la Soledad - 05:16
02. Milonga (De Guri) - 03:06
03. De la Tarde Final - 02:18
04. Sin Despues - 03:15
05. Como Dos Rejas - 02:10
06. Pa' la Cinchada - 03:14
07. El Tamayo - 03:22
08. Sobre la Cruz del Olvido - 05:06
09. Si Tu Lloras de Pena - 02:34
10. Bajo Este Cielo - 02:08
11. Trabanco - 04:15
12. Noche y Camino - 04:35
Compresión: CBR 320 Kbps
Tamaño: 88,6 MB
Pass: somospacifistas
Lo filmaron si que sepa (si no se arma, je): José Larralde en vivo (recital completo)
Opción 1
Opción 2
¡Buenísimo! No tenía nada de este gran folklorista.
ResponderEliminarMuchas gracias. Saludos.
PD: el tema 4 está como que medio jodido, ¿no? Tiene algunos ruiditos.
De nada, Alfonso, siempre un placer. Che, tenés razón, tiene algún ruiditio, y eso que es puro cd rip. Para mí que la versión esta debe haber sigo digitalizada de un Lp, y puede que tenga fallas de oriegen (de pasada nomás), voy a ver si consigo la versión en cd que sea pasada del master (pero no sé si existe), creería que sí, porque el cd lo venden. Pero muchos de estos discos los pasaban directamente del Long Play, y nada de tratamientos digitalizados, calculo que debe existir la versión de cd de master, buscaré. Saludos, compañero poeta.
Eliminarmuy buena su descripción sobre el pampa larralde, lo felicito
ResponderEliminarPero muchas gracias, Marcelo, sea bienvenido por estos lados y pase cuando guste. Saludos!...
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